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Las medidas llamadas de austeridad van creando unas interdependencias económicas de baja inversión empresarial y del sector público, descenso del consumo, aumento del desempleo, y de la renta disponible de las economías domésticas.
Las reformas puestas en marcha son en realidad una contrarreforma y lo que pretenden es buscar la salida en el reforzamiento del poder del capital y debilitamiento de la clase trabajadora
1. Las respuestas que se han dado a la crisis son inadecuadas por varias razones, pero la más fundamental es que no se han ido a atacar las causas que han provocado la situación de recesión y bajo crecimiento que se está dando desde su surgimiento en 2007. En concreto, en España la crisis ha sido el resultado del desencadenamiento de la caída de importantes instituciones financieras a escala global, que ha tenido fuertes repercusiones en nuestro país, y de la burbuja especulativa inmobiliaria. Ni una cosa y otra se han abordado con eficacia lo que ha hecho que la caída de la economía provocada por este choque inicial se agravara con el paso del tiempo.
Por el contrario, se han aplicado medidas que responden a la ortodoxia económica que se ha impuesto desde los años ochenta del siglo XX y que son en gran parte responsables de la crisis. Si bien al principio del choque económico se aplicaron medidas de estímulo de tipo keynesiano, sobre todo para rescatar a los bancos, luego se ha ido restableciendo la ortodoxia que entre otras cosas combate el déficit público, la desregulación del mercado laboral, el recorte de las pensiones, y la disminución del Estado del bienestar. Se apoya el fundamentalismo de mercado, al tiempo que se condena el intervencionismo estatal.
Las medidas de ajuste aplicadas repercuten negativamente sobre la demanda, agravando el descenso provocado por la inversión privada, lo que desencadena un círculo vicioso del crecimiento, de forma que la economía va para abajo. Las medidas llamadas de austeridad van creando unas interdependencias económicas de baja inversión empresarial y del sector público, descenso del consumo, aumento del desempleo, y de la renta disponible de las economías domésticas.
Ante ello las posibles alternativas tiene que venir de tres frentes: restablecimiento del crédito, política fiscal diferente y otra política económica en la Unión Europea (UE). Un factor evidente para conseguir impulsar a la economía es que se reanude el crédito. Uno de los problemas para conseguir esto es la cantidad de derivados tóxicos que tienen las instituciones financieras; la apuesta por los créditos al sector inmobiliario, fundamentalmente promotores y constructores; y el elevado endeudamiento con el exterior. Las dificultades que se han agravado con el desenvolvimiento de la crisis al aumentar la insolvencia, que era baja antes de la crisis, han sido por la ausencia de medidas y la tardanza en tomarlas. La salida errónea que se ha dado a las Cajas de Ahorro ha creado más problemas de los que se pretendían resolver. La creación de una banca pública es una necesidad y se había podido realizar a partir de las Cajas de Ahorro.
La política fiscal tiene que modificarse en profundidad, tanto por el lado de los ingresos como por el de los gastos. Por el lado de los ingresos, un impuesto de la renta más progresivo, la instauración de un impuesto sobre las grandes fortunas, el incremento del impuesto de sociedades y sobre los sicav. Llevar a cabo un programa y un plan de actuación eficaz contra el fraude fiscal y la evasión de capitales. Si esto se hace así, las cargas de la crisis se repartirían más equitativamente y no habría el déficit público tan elevado.
Por el lado de los gastos, una disminución del déficit público más suave, en el caso actual, esto es sin considerar las actuaciones anteriores que servirían para disminuirlo, y el establecimiento de prioridades a la hora de reducir las partidas que componen el gasto público. Hay que preservar la educación y sanidad fundamentalmente.
El tercer aspecto es la necesidad de cambiar la política económica europea que abordamos en el siguiente punto, pero también es necesario introducir cambios en el contexto internacional, como es la desaparición de los paraísos fiscales, la implantación de la tasa Tobin en todos los países y una mayor regulación de las finanzas internacionales.
2. La UE ha fracasado estrepitosamente frente a la crisis. Ha puesto de manifiesto que la ortodoxia preside sus actuaciones cuando un principio básico que hay que tener en cuenta es que la crisis rompe las reglas. Se ha actuado con medidas impositivas a los países más vulnerables frente a la crisis y no con medidas guiadas por la cooperación. La coordinación de las políticas económicas era una exigencia ante la situación creada y el hecho de la existencia de la moneda única. El euro ha puesto de manifiesto todas las debilidades que tienen su origen en su propia concepción y la forma de construir una unión monetaria.
El Banco Central Europeo (BCE) ha sido prisionero de los propios estatutos que limitan sus actuaciones y la falta de capacidad de innovar ante la tormenta monetaria que se ha desatado. Una vez más la ortodoxia económica guiada además por la obsesión de la inflación, cuando esta es prácticamente inexistente, ha dificultado más las cosas en lugar de facilitarlas. Un mecanismo básico de actuación es lo que ha hecho la Reserva Federal en Estados Unidos y es comprar deuda pública para evitar que los países sean rehenes de los mercados financieros. En la UE se ha tardado en hacerlo y se ha hecho más tímidamente que lo llevado a cabo por la Reserva Federal. En principio, el BCE encontró la excusa en los estatutos que le impedían el hacerlo. Después ante el agravamiento de la crisis en algunos países, que estaban sufriendo el alza de la prima de riesgo sobre la deuda pública, se aceptó que lo llevara a cabo en el mercado secundario.
Por tanto, más allá de que se trate de reivindicar una UE de los ciudadanos y no solo de los mercados, las actuaciones del BCE tendrían que haber sido más contundentes a la hora de comprar deuda pública y no dejar a países miembros ante el poder de los mercados financieros que especulan con los bonos públicos en detrimento de los derechos de los ciudadanos de los países afectados.
A su vez la emisión de los bonos europeos hubiera sido fundamental para que esa deuda estuviera respaldada por una potencia económica la UE y no por los países individualmente. Se opone a ello la canciller de Alemania que con sus exigencias está contribuyendo a que la crisis se profundice en determinados países, como España. Para evitar el abuso que algunos países endeudados, que es lo que denuncia la canciller, puedan cometer se podría emitir en eurobonos hasta un 60% de la deuda sobre el PIB que es lo que permite el Pacto de Estabilidad y si se supera esas cifras la deuda sería responsabilidad de cada país.
3. La política de austeridad europea y la que está llevando España agravan la crisis que también antes o después afectarán a Alemania. Las reformas puestas en marcha son en realidad una contrarreforma y lo que pretenden es buscar la salida en el reforzamiento del poder del capital y debilitamiento de la clase trabajadora. Se busca el mejorar la competitividad a través del abaratamiento de la mano de obra y la flexibilización del mercado de trabajo. Estas medidas aumentan la desigualdad, la pobreza, y favorecen el enriquecimiento del grupo más rico de la población. Al afectar al consumo tampoco se sale de la crisis económica.
La respuesta tiene que venir dada por un cambio de modelo que sustituya el fundamentalismo de mercado por la economía mixta, y por la potenciación, esto en España es muy urgente, de la investigación, desarrollo e innovación. El avance en energías renovables, en el que nuestro país ha demostrado su gran capacidad, es fundamental de cara al futuro para no depender tanto del petróleo, lo que aliviaría el déficit comercial. La recuperación económica y de la mejora de la productividad tiene que venir por este camino y no por tener una mano de obra más barata. Pero mientras todo esto se lleva a cabo, pues son medidas necesarias pero cuyos efectos se manifiestan a medio plazo, hay que impulsar propuestas de crecimiento que tienen que venir por Alemania, que se lo puede permitir, y por financiación a través del Banco Europeo de Inversiones.