Un error por los principios y por las cifras

La Constitución fue fruto de tan gran consenso político precisamente porque se orilló
la pugna ideológica. sin renunciar al debate entre ideas diversas se supieron
contener las naturales aspiraciones de cada cual a dejar sus todas sus huellas en
el texto constitucional. la síntesis se facilitó recurriendo a principios universalmente
aceptados por todos los demócratas, como por ejemplo los derivados de la declaración
universal de derechos Humanos que impregnaron a su vez el titulo i referido a los
derechos fundamentales( C.e. artº10-2).

La instrumentación del déficit público como rector prevalente de la política económica e
incluso del más flexible concebido como estructural, son objeto de una ya histórica controversia
entre las diferentes corrientes del pensamiento económico y sus expresiones políticas.
para dirimirlas están la acción del gobierno según sea su orientación y las leyes que
a tal efecto elabore, como fue la de estabilidad presupuestaria de 2.006, más útil y progresista
que la de 2.001 hecha por el pp obsesionado por el déficit cero. pero hacerlo a costa
de la Constitución como entraña la reforma acordada entre pp y psoe es una involución
en el espíritu y en la letra de nuestra Carta Magna. porque si se hubiese actuado desde el
pp con menos oportunismo partidista y desde la presidencia del gobierno con más templanza
política (más exigible a un gobernante cuanto más fuertes son las turbulencias); si
de verdad se hubiere tratado de generar confianza ante propios y extraños en la corresponsabilidad
de los dos grandes partidos de gobierno a la hora de manejar con prudencia
las cuentas públicas presentes y futuras, ambos habrían reparado en el artículo 40, apartado
1, capítulo tercero de la C.e. (de los principios rectores de la política social y económica):
“ los poderes públicos promoverán las condiciones favorables para el progreso social
y económico y para una distribución de la renta regional y personal más equitativa, en
el marco de una política de estabilidad económica. de manera especial realizarán una política
orientada al pleno empleo”.

Este ejemplar mandato para procurar en cada momento el equilibrio entre democracia y
mercado que nos brindaron los constituyentes, inteligentemente utilizado, habría hecho innecesario
el desbarajuste que han provocado los reformadores de la última hora.
Claro que hay diferencias entre lo que apuntaba la C.e. (y sigue apuntando, porque no se
ha modificado el artículo 40 y ya veremos si no entra en colisión alguna vez con el reformado
135) y el nuevo redactado, puesto que ahora el primer precepto es: “todas las Administraciones
públicas adecuarán sus actuaciones al principio de estabilidad presupuestaria”.
Con este tajante y preeminente mandato desaparece aquél equilibrio entre progreso,
equidad y la estabilidad económica. e inclina la Constitución hacia un lado, el de la derecha.
y no porque la estabilidad presupuestaria sea de ese signo político sino por establecerla
por encima de toda actuación pública al margen de otros componentes del entramadofiscal del país.

Cuando la introdujeron los socialdemócratas suecos en sus orientaciones de
política económica (que no en su Constitución) lo hicieron al tiempo que construían un sistema
impositivo fuertemente marcado por los principios de equidad y de suficiencia, justamente
para atender a las políticas de gasto público profundamente redistributivas con las
que alumbraron el potente estado del Bienestar sueco. Cristalizaron así el pacto keynesiano
en el que por un lado sindicatos y empleadores comprometían la evolución de los costes laborales
y la reinversión de una buena parte de los beneficios para potenciar el empleo y por
el otro el estado internalizaba el esfuerzo con las políticas fiscales descritas para complementar
los niveles de equidad que no procura el mercado por sí solo en la distribución primaria
de la riqueza generada. situación bien distinta a la nuestra en la que tras tantas reformas
fiscales, estamos lejos de suecia en equidad y solo somos suficientes para pagar
nuestro magro andamiaje social cuanto crecemos mucho, pero manteniéndose la deficiente
redistribución de siempre. para acentuar el desequilibrio constitucional, el nuevo artículo
135 amarra en su apartado 3 la “prioridad absoluta” del pago de los créditos de la deuda pública;
lo que además suena a excusa no pedida desde un país como el nuestro que jamás
ha dejado de pagarlos ni siquiera ha dado pie a que nadie dudase de nuestra voluntad de
hacerlo. una puesta en evidencia tan gratuita tal vez pueda causar el efecto contrario al que
se busca y genere en los mercados alguna incertidumbre, que aunque fuese muy ligera sería
muy inconveniente en estos momentos.Que la cifra concreta de déficit estructural
permisible haya sido atada y bien atada con una ley orgánica, no es más que un
regate en corto que no ha evitado el gol constitucional y además lastra gravemente
la capacidad de decisión de las nuevas Cortes que surjan de las
urnas el próximo 20 n.

Este desaguisado doméstico tampoco aliviará nuestras angustias cada vez que acudamos
a los mercados. estos responden a los cambios legislativos a ocho o diez años vista con un
corte de mangas. quienes operan en el mercado de la deuda soberana de los estados están
ganando dinero aquí y ahora gracias a las deficiencias de la arquitectura de la unión Monetaria
y seguirán haciéndolo mientras no se superen. Buena prueba de ello es que a pesar
de los ajustes de Mayo de 2.010, de la reforma laboral y la de pensiones, la prima de
riesgo no hizo más que crecer hasta rozar los 420 puntos básicos, pero cuando el Banco Central
europeo jugó ocasionalmente a primeros de Agosto el papel que debería estar cumpliendo
desde principios de 2.010 para toda la euro-zona, esto es cuando ha comprado bonos
de italia y españa, bajó casi de golpe más de un tercio. Ahora aún habiéndose conocido
ya el acuerdo pp-psoe para reformar la Constitución ha vuelto a repuntar, a pesar de los
parabienes de Moody`s y de Bruselas. por tanto lo más inmediato debería ser concentrar
los esfuerzos de todo europeísta que se precie, empezando por los que tengan responsabilidades
de gobierno, institucionales o sociales en convencer al gobierno alemán para que
asuma cuanto antes la necesidad de emitir “eurobonos”, corolario del gobierno compartido
de la deuda en la u.M.e.

Sin embargo, el mismo día en que socialistas alemanes y franceses anunciaban una iniciativa
conjunta a favor de la emisión de los eurobonos (onda en la que sincronizan también
otros gobiernos europeos de centro-derecha), nuestro gobierno decidió apoyar las
exigencias de la sra. Merkel, dándole un serio revés a sus correligionarios europeos y al proyecto
de reforzamiento de la unión económica. Auto-imponerse el corsé, no responde a las
dudas sobre la deuda pública, que sigue siendo menor que la de la media europea y perfectamente
pagable, sino por la privada que la triplica, gracias entre otros a los bancos alemanes
que nos prestaron cebando de paso burbujas especulativas y aunque no dejaron de
ganar dinero mientras duró la danza de los malditos, ahora no quieren asumir el más mínimo
riesgo de impago entre los particulares a los que tentaron; y nos exigen que la deuda
privada sea garantizada por toda la ciudadanía al precio que sea, vendiendo reservas de
oro como han llegado a indicarle a Grecia o jibarizando nuestro crecimiento a corto, medio
y largo plazo. Además de desmesurada es una concesión que no refuerza sino que debilita
la ya de por sí insoportable lentitud hacia la gobernanza económica. podrá, quizás,
lanzarle otro balón de oxígeno a la jefa del gobierno alemán para que intente aplacar a los
sectores de la derecha alemana más reticentes ante el proyecto europeo; pero demostrarles
nuestra disposición a servirles de ayuda más allá de lo razonable abriendo en canal el
consenso constitucional ha sido un error de bulto, injusto e innecesario.

No se ha explicado suficientemente de dónde han salido las cifras incluidas en el
Acuerdo político, si de un intento de redondear cinco centésimas por arriba el límite de déficit
estructural de Alemania o de cálculos más rigurosos que no obstante no pueden dejar
de ser tan aleatorios que se parecerán al método del “ojo de buen cubero”. porque aún con
previsiones (teóricas e improbables al paso que vamos) de crecimiento en torno al 2,5% de
media durante los próximos 9 años, en una economía que consume más de lo que produce
como la nuestra, por tanto con una renta de equilibrio por encima de la potencial (la que
se corresponde con la tasa natural de paro- nAiRu- e inflación estable) estaremos abocados
a incurrir en déficits externos y más aún de permanecer inalterable la política monetaria
del BCe que induce a potenciar el superávit exterior de países como Alemania con gran
capacidad de producción y demanda interna contenida. por cierto, haría bien trichet en
pedirle a las autoridades alemanas que activen algo más su demanda interna al igual que
le pidió a zapatero que recabase un nuevo pacto de Rentas, quien a su vez obtuvo la respuesta
más inmediata y responsable de CC.oo. y de uGt y apenas valorada ni correspondida
por la patronal que mantiene bloqueados el 75% de los convenios.

Si hay una lección que no podemos olvidar de esta crisis es que nuestro modelo productivo
está periclitado y si hay un deber inexcusable es el de acometer su cambio cualitativo.
para este cometido es una temeridad haber encorsetado el margen de la política a nivel estatal
en un 0,26% e igualmente lo es, tanto desde posiciones federalistas como jacobinas
dejarles los mismos recuelos del café a todas las autonomías por igual cuando registramos
todavía notables desequilibrios internos que también suponen costes en eficiencia y competitividad
para nuestra economía. Más prudente y suficiente habría sido mantenerse en
el respeto lo establecido en el pacto de estabilidad comunitario y a las decisiones que, de
común acuerdo y no con fugas hacia delante por separado ni con órdenes de nadie por fuerte
que sea, se vayan adoptando y a nuestra ley de estabilidad presupuestaria de 2.006 que
también será más adaptable a las nuevas exigencias que nos depare el futuro que la doble
traba que formarán la Constitución reformada y la ley orgánica ya comprometida. de momento
la mayor preocupación, también para los que nos aprietan en el mercado de la deuda
si son inversores inteligentes, es que no termine por ahogarse nuestro potencial de crecimiento,
porque entonces sí, ni nosotros mantendremos los estándares sociales ni ellos cobrarán.
Ciertamente la ideología sin matemáticas conduce al fundamentalismo, pero hacerla con
datos que deforman la realidad es demagogia, que termina resultando injusta porque
abunda las desigualdades y ridícula, en cuanto se queda desnuda en el páramo que suele
dejar.

(CUADERNO 2011 Septiembre 25 4)

Antonio Gutiérrez Vegara

Economista. Ex-secretario General de CCOO (1987- 1998) y ex diputado PSOE (2004-2011).