SUMAR como Proyecto polìtico

Sottotitolo: 
Un proceso de discusión amplia organizada en torno a 35 temas que han implicado en el debate  a más de mil persons.

El domingo 2 de abril, en el polideportivo Magariños  de Madrid, sede del equipo de baloncesto Estudiantes, se ha celebrado el acto político que ha reunido a la gente de SUMAR, una multitud de muy diversa procedencia que entiende que se puede construir una alternativa real y segura a la reacción de las fuerzas del privilegio económico y del conservadurismo ideológico y social que pueda consolidar y ensanchar los derechos democráticos colectivos e individuales y caminar hacia la gradual nivelación de la extrema desigualdad económica, social y cultural existente en nuestro país.

El desarrollo del acto ha sido descrito minuciosamente por la práctica totalidad de los medios de comunicación españoles y madrileños, incluida la disposición del acto, las intervenciones durante el mismo – representativas las primeras de la juventud, el pequeño comercio y el sindicalismo combativo del sector de hostelería, a las que se sumó Gioconda Belli con la lectura de un bellísimo poema suyo y la muy impactante participación de Carla Antonelli en una reivindicación feminista y de los derechos del colectivo LGTBI+ – y el propio contenido del discurso de Yolanda Diaz, que en definitiva pueden remitirse remitidas al prolijo recuento de la situación que ha hecho la prensa digital y escrita.

El objetivo de estas notas es por tanto resaltar algunos elementos que posiblemente sobresalgan en el acontecimiento del domingo 2 de abril, aún a riesgo de reiterar otros enfoques y opiniones. La primera hace referencia al proyecto de país que SUMAR quiere llevar a cabo. El método utilizado para construir las piezas del modelo de sociedad y de Estado que se quiere diseñar se ha basado fundamentalmente en un proceso de discusión amplia organizada en torno a 35 temas o materias que a su vez han implicado en el debate de los diagnósticos sobre los problemas y las propuestas de actuación, a más de mil personas.

El colorido político e ideológico de estas era extremadamente amplio, discurría entre las diferentes facetas del pensamiento progresista y de izquierda, en una suerte de fusión pluralista entre diferentes trayectorias personales, posicionamientos políticos y sociales y enfoques ideológicos. Este largo proceso de discusión ha producido una cantidad muy significativa de textos en los que se describen los rasgos generales de la materia objeto de análisis y se enuncian los principios de actuación y las principales propuestas a las que éstos deben sujetarse. Textos que a su vez se han resumido en otros más reducidos que pretenden facilitar el intercambio de opiniones con nuevos sujetos colectivos de la sociedad civil y con aquellas personas que se sientan atraídas por participar en este amplio proceso de discusión que se ha denominado “de escucha”.

Este es un dato importante, porque el trabajo de los 35 grupos en el que se han empeñado un gran número de personas relevantes en cada uno de los temas objeto de reflexión y de propuesta, es la base primera y fundamental de un proyecto de país que se sujeta en este proceso de amplia participación situada formalmente fuera de los partidos políticos y de las asociaciones más importantes de la sociedad civil, en especial de los sindicatos y otras asociaciones, lo que desde luego no implicaba una despolitización del texto debatido, sino por el contrario, su determinación claramente política y democrática desde la participación colectiva de una amplia gama de personas y de planteamientos ideológicos, que han sabido condensar en sus análisis y propuestas el esquema detallado de un proyecto de regulación sobre las diferentes materias abordadas en una dirección que amplía y fortalece los derechos individuales y colectivos de la ciudadanía y les dota de garantías eficaces.

Ese proceso de trabajo colectivo ha nutrido el programa que ha desgranado el discurso de Yolanda Díaz en el Magariños, una exposición de logros obtenidos en estos tres años de gobierno y de propuestas de nuevas reformas que viene a suponer el conjunto de las aspiraciones de la izquierda transformadora actual en al menos un 90% de los diversos planteamientos que sostienen tanto los partidos políticos que se inscriben en esta órbita como los sindicatos y otras asociaciones y organizaciones no gubernamentales que caminan en la misma dirección. En gran medida estas nuevas exigencias que continúan y profundizan líneas de acción ya efectuadas quieren ser presentadas bajo la tradicional forma reivindicativa de la carta de derechos, lo que supone un enlace con un cartismo democrático que se proyecta en el espacio de los socio-político al compás de la previsión de grandes transiciones, la que afecta al medio ambiente, la que se precisa sobre los cuidados, la que sin duda proviene del flujo migratorio y la que exige la extensión de la democracia a los espacios inmunes a la misma, en especial a la empresa en una determinación de la democracia colectiva.

Feminismo y neolaborismo como líneas fuertes del pensamiento emancipador que se concreta en sujetos e identidades bien definidas, entre las cuales la relativa a la LGTBI  se ha mostrado con especial destaque. Un programa contracorriente que no sólo se quiere detener en el perímetro que marcan las fronteras nacionales, sino que mira a la Unión Europea para cambiar sus postulados económicos que generaron el sufrimiento y la desesperación a millones de personas con ocasión de las políticas de austeridad. Un Europa social, feminista y verde, en la que sea posible conformar mayorías políticas que caminen progresivamente y sin dudas en esta perspectiva de cambio de paradigmas, lo que exige el cambio de las reglas del llamado mecanismo de estabilidad en un dirección contraria a la que todavía ahora una buena parte de los gobiernos de la UE, y en especial el alemán, pretenden orientar.

El contexto histórico en el que se mueve el programa de SUMAR es el de la incertidumbre respecto del rumbo que pueden adoptar los procesos sociales y los acontecimientos políticos en un mundo sacudido por la policrisis en la que estamos instalados. Una de las apreciaciones más audaces de este programa es la que sostiene que el neoliberalismo está derrotado ideológicamente, pero que es necesario vencerlo también políticamente, porque sigue arraigado fuertemente en las estructuras de dominio. Es una constatación de extraordinaria importancia, porque en efecto, la irrupción de la pandemia hizo reventar las costuras de un razonamiento según el cual lo público era un elemento disfuncional al bienestar y al crecimiento económico, confiado a los mercados como el mecanismo más eficiente de distribución de recursos. El descrédito de los mercados como ejes de la convivencia social ha ido en paralelo a una recuperación del valor de lo público como fórmula necesaria para lograr la seguridad de la existencia y la satisfacción de las necesidades sociales más importantes.

Todo el debate actual sobre la sanidad pública está atravesado por este convencimiento, pero todavía es imprescindible extender esa contradicción a sectores fundamentales como la educación – reivindicando la educación pública y de calidad – y consiguientemente, con la universidad y la ciencia como elementos clave para la comunidad que deben ser sustraídos a su captura por el mercado y su tratamiento mercantilizador. Y exactamente igual la defensa de un sistema público de Seguridad Social que atienda las situaciones de necesidad, se constituye en un punto esencial de partida, frente a las continuas y antiguas advertencias sobre la crisis del modelo de protección y la necesidad de otorgar un amplio espacio de las pensiones al mercado de los fondos financieros.

Acabar con el dominio político del neoliberalismo supone también desplegar un discurso sobre la relación virtuosa entre lo público y lo colectivo que ha demostrado su efectividad en materia de la regulación de las relaciones de trabajo, pero que exige mayores derechos en ese mismo ámbito y la progresiva integración de las facultades democráticas en el control y dirección de los poderes salvajes que guían el mundo de la empresa, la financiarización de sus planes productivos y el otorgamiento del crédito para lograrlos. La presencia del sindicato y la dinámica del conflicto y la negociación que su presencia instaura el espacio de lo socio-político, como entiende una concepción sindical de la representación general de quienes trabajan para otro, es en ese sentido fundamental, y el proyecto político que lo asume como forma de ir destituyendo política e ideológicamente el planteamiento neoliberal, se sitúa por tanto en el mismo registro de onda que estas formas complejas de representación de intereses colectivos derivados de la inserción en el ámbito del trabajo y del empleo

Ir progresivamente eliminando la dominación patriarcal que se reproduce junto al capital es otra pieza del modelo que pugna por sustituir políticamente la autoridad del neoliberalismo en la política, la economía y la cultura. Y en el programa de SUMAR esbozado en el discurso de ayer de Yolanda Diaz, hubo una amplia serie de propuestas que no sólo buscaban la consolidación de los derechos logrados en esta última fase en materia de igualdad y no discriminación y de protección frente a la violencia de género, sino que avanzaban elementos originales para reconocer el trabajo de cuidados, la percepción estadística del trabajo real y efectivo de las mujeres, la necesidad de traspasar el “techo de cristal”  en todos los ámbitos de la vida.

La recuperación de un cartismo social y político que describa los derechos que se deben conseguir para una ciudadanía libre e igualitaria, y el compromiso por derrotar políticamente las posiciones neoliberales en la sociedad actual son posiblemente los puntos más claramente estimulantes de esta iniciativa política, una iniciativa que ha ido madurando lentamente sobre la base de un amplio proceso de trabajo colectivo y que se ofrece ahora como un proyecto abierto a la participación de todas las personas, asociaciones y partidos, que se vean comprometidos con el mismo y lo acompañen colaborando con él y sosteniéndolo también electoralmente en la cita electoral de finales de año. Un esfuerzo que sin duda merecerá la pena para quienes participen – participemos – en él, devolviéndonos el entusiasmo y la confianza en que la política sirve para lograr mayores espacios de emancipación personal y colectiva, ensanchando y fortaleciendo los derechos democráticos. Este y no otro es el significado de la candidatura de Yolanda Diaz a la presidencia del Gobierno como personificación del proyecto de país que supone SUMAR.

Antonio Baylos

Catedrático de Derecho del trabajo. Universidad de Castilla-la Mancha
Co-Editor Insight.
www.baylos.blogspot.com
antonio.baylos@uclm.es