Los sindicatos frente al reto de la austeridad
Sottotitolo:
Un encuentro en Madrid entre el sindacato italiano de metallurgicos (FIOM—CGIL) y los sindicatos de indstria de CC.OO. El 30 de junio y el 1 de julio se ha celebrado en Madrid un encuentro a alto nivel entre la dirección de la FIOM – CGIL italiana y la Federación de Industria de CC.OO. Se trataba de una reunión para intercambiar experiencias y opiniones sobre la negociación colectiva y “la situación del sindicato”. En la reunión además participaron no sólo sindicalistas, sino especialistas en derecho laboral, como Umberto Romagnoli invitado por la FIOM y Joaquin Aparicio, invitado por CCOO, que sostuvieron con los sindicalistas una sesión de debate muy intensa, coordinada por Juan Blanco. Tras la sesión de trabajo, el grupo más reducido celebró una cena informal y a la mañana siguiente acudieron todos a la concentración en Callao en defensa del derecho de huelga frente a la represión penal de la misma. La FIOM ha mantenido una inmensa batalla legal contra esta concepción de la FIAT que de hecho la permitía seleccionar sus interlocutores colectivos, y ha resultado vencedora tanto en los tribunales ordinarios, como, de manera fundamental, en el Tribunal Constitucional italiano que ha anulado el art. 19 del Statuto dei Lavoratori por entenderlo inconstitucional al ligar la representatividad en la empresa y el reconocimiento de la personalidad jurídica del sindicato en ésta al hecho de suscribir y ser parte del convenio colectivo de la msma. Esta declaración de inconstitucionalidad abría una posibilidad de intervención legislativa sobre la representatividad de los sindicatos, pero han sido sin embargo éstos los que han forzado un acuerdo tripartito interconfederal CGIL – CISL – UIL en el que reorientan la decisión del Tribunal Constitucional en materia de representación, que ha sido criticado por la FIOM precisamente por dejar muy poco espacio a la voluntad concreta de los trabajadores y su opción en un proceso de negociación. Para la FIOM, en efecto, el sindicato debe fortalecer su carácter de representante de los trabajadores – de todos los trabajadores y trabajadoras – y por consiguiente, verificar el consenso de éstos a las decisiones relevantes del mismo. No puede convertirse por tanto la organización sindical en lo que Umberto Romagnoli ha definido de forma muy precisa: una institución para-pública que se comporta como un tutor con los sujetos que representa, a los que contempla como sujetos a medio camino entre la capacidad y la incapacidad de obrar. La revalorización del referéndum entre los trabajadores como forma de consulta y la interlocución sindical sobre la base de una referencia general, unitaria del conjunto de personas que trabajan en la empresa, son las señas de identidad de este modelo sindical. Lo hicieron mediante la petición de un referéndum para derogar una norma insólita que permitía que el convenio colectivo de empresa se impusiera frente al convenio nacional de sector o incluso frente a una norma estatal, y lo han vuelto a realizar mediante la oposición a las reformas constitucionales que está impulsando actualmente el presidente del Consejo de Ministros Renzi. Es como sucede con tantos sindicalistas italianos de raza, un buen escritor. Javier Aristu ha traducido al español su último libro, “Fuerza de Trabajo” que en breve estará disponible en versión electrónica en la Fundación 1 de Mayo. Merece la pena leerlo. Pero fundamentalmente la FIOM trabaja en la dimensión europea buscando la creación de un frente común sindical frente a la política de austeridad, y en este sentido se debe leer el encuentro con la Federación de Industria de CCOO. Desde una aproximación global, la FIOM entiende que la crisis no lo es en un sentido técnico, limitada a los parámetros económico-financieros que conocemos. Se trata por el contrario de una crisis que se inscribe en un estado de emergencia para la democracia política y social tal como la conocemos y la teorizamos en la actualidad, y que está abriendo un tránsito entre épocas a partir del cual los sujetos y los contextos en los que se desenvuelven las acciones no podrán volver a plantearse en los mismos términos que antes de la crisis. En este punto hay una cierta indefinición, porque reconocienmdo este cambio radical en proceso, la FIOM sigue pensando que los objetivos finales del “pasado” – solidaridad, mediación colectiva, impulso contra la desigualdad – deben seguri proponiéndose como forma segura de “guiarse” en el cambio que se está gestando y en el que la clase trabajadora no participa ni dirige. Por eso revalorizar la dimensión internacional y en concreto la europea, es decisivo para este planteamiento de la FIOM. Los sindicatos del sur de Europa tienen que hacer explícito al resto del movimiento sindical europeo, más allá de la contención que pudieran exigir los usos diplomáticos entre confederaciones nacionales, que los efectos de la crisis están generando nuevas asimetrías Norte / Sur en la Unión Europea que el sindicalismo del centro y del norte tiene que combatir, a la vez que presionar directamente también en el interior de sus estados-nación para abandonar estas políticas de austeridad más allá de las fronteras de sus estados. No basta con la presión de las fuerzas políticas, sino que es necesario articular un frente sindical potente anti-austeridad que sea capaz, como sucedió con la convocatoria de huelga general europea para el 14 de noviembre del 2012, de presentarse como sujetos fuertes con presencia en el escenario de la Unión Europea. La asimetría Norte /Sur se repropone además en cada uno de los países internamente entre trabajadores desiguales y trabajadores “ordinarios”, precarios y estables, complicando la capacidad de respuesta sindical. La crisis en España Estas acciones penales han incriminado por el momento a 260 personas, con una petición de condena media de 3 años de prisión. La Federación de Industria de CCOO es precisamente una de las más afectadas. 8 miembros del comité de empresa de Airbus han sido acusados por participar en un piquete de huelga ante las puertas de la empresa en la huelga general de septiembre de 2010, y les piden 8 años de cárcel a cada uno por coacciones y agresión a la autoridad policial. Aunque la movilización sindical realizada desde finales de julio ha culminado por el momento en el compromiso del ministro de Justicia de indultar a los sindicalistas ya condenados, estos hechos revelan la tendencia represiva del poder público frente al ejercicio de derechos fundamentales. El derecho de huelga, pero también los derechos de manifestación y de reunión. Una reciente sentencia de la sala de lo penal de la Audiencia Nacional que ha configurado el derecho de manifestación conjuntamente con el de libre expresión como un espacio inmune a la represión penal, ha sido atacada de forma especialmente virulenta por el gobierno, el ministerio fiscal y los medios de comunicación que en España se llaman “oficialistas” – es decir, la mayoría de la prensa escrita, no los medios digitales, más progresistas – y han señalado al magistrado ponente, en la línea berlusconiana, como un peligroso izquierdista. Además, la acción de gobierno sigue adelante sin excesivos obstáculos, en una exuberancia normativa que prescinde del Parlamento pero que se sabe amparada por el órgano de control de la constitucionalidad de sus acciones. El Tribunal Constitucional acaba de decidir, el 16 de julio pasado, por mayoría, que la reforma laboral del 2012 es plenamente conforme al texto constitucional español. Es evidente que la convalidación constitucional de la Ley 3/2012 supone la expulsión del trabajo del espacio democrático de los derechos y que a partir de aquí se convalida una construcción legal que lo hace funcional al interés económico y organizativo de la empresa tal como lo define la voluntad unilateral de su titular, minorando y reduciendo al límite la presencia y la acción colectiva y sindical, y legalizando amplias zonas de desprotección y de precariedad sin ningún control normativo ni colectivo. Los sindicatos asisten imponentes a la conformidad política que el TC otorga a las “reformas estructurales” llevadas a cabo por el PP y cuestionadas por el Comité de Libertad sindical de la OIT y el Comité de Derechos Sociales del consejo de Europa. Antonio Baylos
Catedrático de Derecho del trabajo. Universidad de Castilla-la Mancha |