La izquierda italiana en su laberinto

La izquierda italiana se encuentra en un laberinto del que no sabe salir, no encuentra el hilo de Ariadna que se lo permita. Y eso es una mala noticia para toda Europa.

El 25 de abril es una fecha emblemática para Italia. El día de la liberación de Italia del nazifascismo es celebrado de forma solemne en todas las ciudades, con especial significación en las ciudades del centro y norte en donde la resistencia partisana fue más intensa y la pérdida de vidas más prolongada.
 Este año en Milán – liberada precisamente el 25 de abril de 1945, cuando se proclamó por la radio la huelga general contra la ocupación alemana y la insurrección  general, la toma de todos los poderes por el Comité de Liberación de la Alta Italia y la condena a muerte de todos los jerarcas fascistas – más de cien mil personas han llenado la plaza del Duomo y han escuchado a la presidenta de la Cámara de los Diputados, Laura Boldrini afirmar que es la fiesta de la República, basada sobre los valores que han animado a hombres y mujeres de la Resistencia, la fiesta de los italianos libres. A su vez en Marzabotto, pueblo de Bolonia en donde se produjo en septiembre de 1944 una terrible masacre de la población civil por obra de las Waffen SS, la secretaria general de la CGIL, Susana Camusso y el presidente del Senado – ex fiscal anti-mafia – Pietro Grasso, concentraron a una muchedumbre hablando de la unidad en torno a los valores de la Resistencia.


Las raices de la izquierda italiana y la convulsión electoral

Hoy esos valores están representados por el antifascismo y el anti-racismo, pero también, como sucede desde hace ya un largo tiempo, en lo que se podría llamar anti-berlusconianismo en el sentido de rechazo a una forma de política inserta en la corrupción y los negocios y en la decidida hostilidad a los valores igualitarios y democráticos presentes en la Constitución italiana. Ese es el punto de partida del pensamiento de la izquierda italiana.

El desarrollo de las cosas ha hecho que la reflexión sobre las raíces de la democracia italiana del 25 de abril, sea una reflexión amargada por la conciencia de que la indicación dada por los electores en la cita electoral de marzo, se ha visto desviada y confundida a través de un proceso sobresaltado y convulso que ha llevado al vencedor de las elecciones y secretario general del Partido Democrático (PD) a su derrota política y a la correspondiente dimisión de la dirección del Partido.

La formación de un gobierno de “amplio acuerdo” en el que el delfín de Berlusconi y ex ministro de justicia en su gobierno, se ha convertido en ministro del interior en un ejecutivo que recoge a las tendencias políticas de derecha, centro y centro izquierda ha sido la consecuencia inmediata.  Como quería el eje Frankfurt – Bruselas. Cómo había anunciado el presidente Napolitano ya antes de ser reelegido como última oportunidad del proceso de designación del nuevo Presidente de la República y como había exigido en su discurso al Parlamento, como nuevo presidente. La misma opción que, sin embargo, se había derrotado en las urnas y que la coalición vencedora PD-SEL había negado de forma coherente con el voto recibido.

La indeterminación ideológica del Partido Democrático, (PD)

Esa indeterminación ideológica en sus orígenes paradójicamente podría ser una ventaja para el PD, que avanzaría un proyecto más flexible adaptable a la actual coyuntura histórica. Hay que tener en cuenta que estamos en un momento en el que la política de austeridad en Europa, una vez demostrado su carácter esencialmente injusto y desigual, ha generado una profunda erosión de la legitimidad de la gobernanza económica.  También que la movilización social extensísima en el sur de Europa, sostenida sin ambages por el sindicalismo europeo y por la todavía exigua izquierda política de los países meridionales, está  empujando hacia la izquierda a los partidos socialistas en la oposición.

 Por eso el PD se encontraba en mejores condiciones para afrontar los retos de una política europea en la que pudiera ser posible una reformulación de los términos de su relación con Italia, el ritmo del crecimiento y la progresiva anulación del alto porcentaje de endeudamiento. Entre otras cosas porque, salvo los pequeños períodos de presencia en el gobierno con Romano Prodi, el peso de la administración y la “gobernanza” previa y durante la crisis, había correspondido al centro–derecha de la coalición liderada por Berlusconi.

La realización de las primarias en febrero no sólo supuso un momento intenso de dinamización democrática en su interior, sino la afirmación de una política de reformas en la que la regulación del trabajo con derechos y la ampliación y desarrollo de los derechos de libertad constituían el eje de su actuación.

 Alianzas postelectorales: fracasos sucesivos del PD 

La alianza de Bersani con Vendola situaba al PD en una línea de cambio respecto de la indicación “técnica” pro-austerity del gobierno Monti y en oposición neta a la presencia del PdL de Berlusconi. Es cierto que la coalición electoral del PD/SEL no obtuvo un claro apoyo electoral, refugiado el voto antieuropeo y anti-partidos en el M5S de B. Grillo, que se llevó por delante asimismo a la revolución civil de Ingroia, pero el sistema electoral le dio la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y un porcentaje importante en el Senado.

La defensa de un gobierno articulado en torno a ocho puntos de reforma, obstinadamente contrario a una “gran coalición” o de “amplio acuerdo” que contara con el apoyo de Berlusconi, no obtuvo el apoyo del M5S. Posteriormente, en el largo proceso de nominación de presidente de la república, bajo una fuerte presión, el error de proponer a Marini fue luego subsanado por el nombre de Romano Prodi, que no pudo agregar los consensos suficientes de los grandes electores ante todo porque más de cien diputados o senadores del PD no le votaron, en un posible ajuste de cuentas entre las distintas corrientes – católica y comunista – del PD, que puso de manifiesto la “feudalización” en distintos “barones” del PD o la “libanización” de sus facciones en lucha fratricida.

Por último, tampoco Bersani tenía fuerza en el interior de su Partido para asumir la propuesta de M5S sobre Stefano Rodotà, de forma que el recurso a la re-elección del Presidente Napolitano era obligada, y la suerte del secretario general coherentemente dimisionario, echada. Como escribe Antonio Lettieri,  en la revista Eguaglianza e Libertà,  éste asume lealmente la pena de ostracismo con el que se castigaba la derrota de los generales griegos, y su nombre se olvidará pronto.

El Movimiento M5S y la dialéctica politica/antipolítica

El fracaso es desde luego responsabilidad del propio PD y de sus facciones en guerra civil larvada, pero en su desarrollo ha tenido también mucha importancia la posición del M5S, que pese a algún conato de convergencia, como el que ha permitido elegir a personalidades claramente de izquierda y progresistas, alejadas de la “casta” política tradicional, para los cargos importantes de presidente de la Cámara y del Senado -convergencia ferozmente criticada por Grillo-, se ha mantenido siempre contrario a llegar a cualquier acuerdo de programa con el PD.

La oferta de Rodotà como presidente, ha sido realizada y mantenida sobre la base de que no sería aceptada por el PD y en consecuencia se podría demostrar la incapacidad de éste para romper el círculo vicioso que desde hace tiempo le tiene recluido en la política del “partido único” que aplica la austeridad devastadora de Europa y se nutre parasitariamente como “casta política” de todas las energías personales y económicas de los ciudadanos y ciudadanas italianas. Es la misma línea de pensamiento que ha permitido decir al garante del movimiento, en un remake de la conocidísima canción de Francesco Guccini, Dio è morto, que “el 25 de abril ha muerto” por la dictadura de los partidos y la connivencia entre la izquierda y la derecha, entre el capital y el golpismo.

Grillo se siente cómodo vaticinando la “esencial semejanza” entre la izquierda y la derecha –pe-de-menos-ele, como le gusta denominar al PD, subrayando la identidad con el partido de Berlusconi, PdL – como una profecía que ayuda a cumplir negándose a cualquier pacto que permitiera la formación de un gobierno de reformas. Confía así en continuar atrayendo a una parte de la base social del PD y superarle en votos y escaños en las siguientes elecciones. Las encuestas aseguran ya el desbordamiento del PD por el M5S pero las últimas elecciones regionales en Friuli han mostrado el alza impresionante de la abstención.

 Esta actitud, basada en la dialéctica política/antipolítica, no le ha reportado hasta ahora ningún resultado tangible en relación con el propio programa y con su peso electoral. Ni ha logrado imponer un nombre para el Presidente de la República, ni ha obtenido la presidencia de ninguna comisión parlamentaria, ni tampoco ha obtenido la promesa – que recogían los ocho puntos de Bersani – de una nueva ley electoral y de reformular la financiación de los partidos.

El riesgo de una reforma constitucional semi-presidencialista

Al contrario, con el nuevo giro que han dado las cosas, es muy probable que la reforma institucional – que ha correspondido a un berlusconiano en el nuevo gobierno– vaya en una dirección plenamente contraria a los deseos del M5S.  Como explica  Antonio Lettieri en el artículo citado en Eguaglianza e Libertà  (“Berlusconi for ever”) se está planteando una posible reforma del sistema de elección del presidente de la república por sufragio universal a través de un sistema de doble turno o ballotage a la francesa, que es una aspiración mantenida con insistencia por Berlusconi y que ve con agrado una parte del PD.

 Ese “semi-presidencialismo” ha sido revalorizado tras las dificultades para encontrar un nombre que pudiera concitar el consenso de los grandes electores parlamentarios, y por la propia actitud muy intervencionista de Napolitano en su re-elección, al punto de que el gobierno actual ha sido realizado a iniciativa suya directa. La reforma anti-parlamentaria y pro-presidencialista no acabaría allí, sino que se extendería al régimen de elección de las cámaras, importando así el sistema francés de circunscripciones únicas con doble turno, que forzaría el bipartidismo y permitiría liquidar el poder electoral del M5S y su presencia parlamentaria decisiva.

Grillo critica con razón que un cuarto de los electores – sus votantes –  sean considerados ahora, con los “grandes acuerdos”, como si fueran “extraparlamentarios”, o, más gráficamente, “intrusos, perros en la iglesia, terceras personas incómodas”. Pero el “garante” del movimiento no ignora que en gran medida esta situación a la que se ha llegado es la que él había profetizado y había ayudado a materializarse, y que, como ha señalado Rodotà, cuando se llega al Parlamento, es para hacer uso de esa posición, y está inédito aún el uso de ésta por el M5S.

El nuevo gobierno y los derechos laborales

Con el nuevo gobierno, está por ver cuál será su plan de actuación respecto de los derechos derivados del trabajo. El nuevo ministro del ramo forma parte de los “ocho expertos” – todos hombres– que el Presidente Napolitano escogió para que le asesoraran e hicieran propuestas institucionales cuando retiró a Bersani el encargo de formar gobierno. Es el presidente del Instituto de Estadística italiano, el ISTAT.

Aunque la capacidad de mediación entre la política europea del rigor y sus “reformas de estructura” y la regulación concreta de las relaciones de trabajo en Italia es mucho mayor que la que se da en España, parece darse por supuesto que las reformas introducidas por el gobierno “técnico” de Monti – la ley Fornero y su muy criticada reforma del art. 18 del Estatuto de los Trabajadores sobre el despido – son intocables.

No es por tanto seguro que pueda aplicarse el programa de reformas que planteaba el non-nato gobierno Bersani, del que se puede ver una amplia referencia contextualizada en el artículo de Luigi Mariucci, “La agenda deseable: ideas para una nueva fase del derecho del trabajo”, que publicará Lavoro e Diritto en su fascículo 2 del 2013,  y que llevaba consigo compromisos muy señalados en materia de representación sindical y participación, creación de un subsidio de desempleo para quien busca trabajo y la “desfiscalización” del trabajo de duración indefinida, además de la reforma y racionalización de la complicada legislación de empleo – “sobre el mercado de trabajo” – y una reformulación del sector público y del empleo público en términos de impulsar su plena laboralización. En cualquier caso, tampoco este programa tenía entre sus objetivos la nueva modificación del sistema de despido y de sus efectos que había llevado a cabo la reforma del 2012.

Avance de las tensiones con las fuerzas sociales

La incapacidad del PD de encabezar un cambio, devorado por sus propias facciones y por una política sectarizada y fraccional – en donde los italianos vuelen a ver las señales de la casta de los políticos que vitupera el M5S  – ha sido contestada por las bases y los votantes del Partido, que han organizado la ocupación de las sedes del PD y frecuentes concentraciones delante de las mismas.

La formación del gobierno Letta  (vicepresidente del PD, no se olvide)  ha confirmado el giro hacia posiciones que se reputan contrarias a las que triunfaron en las primarias del PD y luego en las elecciones generales. “La respuesta que da la política al país, es equivocada”, ha dicho el secretario general de la FIOM, Landini, se requiere un gobierno que reformule los vínculos con Europa y que invierta en la recuperación económica con el fortalecimiento de lo público y que a la vez vuelva a configurar un esquema regulativo del trabajo con derechos individuales y colectivos. Para ello no es posible acomodar a dos fuerzas políticas que se han presentado a las elecciones con programas diferentes y opuestos.

La convocatoria de una manifestación nacional en Roma el 18 de mayo y, previamente, el 30 de abril, un macro-acto en Bolonia sobre “Trabajo y Bienestar para ser ciudadanos europeos”, en donde se presentarán las propuestas de la FIOM para un modelo social diferente, al que asistirán prácticamente todos los exponentes de la izquierda política, incluida la izquierda del PD: Fabrizio Barca, Sergio Cofferati, Marco Revelli, Stefano Rodotà, vuelve a plantear por tanto la necesidad de recuperar esa perspectiva de cambio  y de reformas. Lo dice el slogan de este acto: “No podemos esperar más”. Aún es pronto para ver en este acto un inicio de una nueva coligación de fuerzas con vistas a un próximo escenario de elecciones, pero sí cabe interpretarlo como una nueva posibilidad de que la izquierda italiana encuentre el hilo de Ariadna que le permita salir de su laberinto. A todos y a todas nos interesa.

 

Antonio Baylos

Catedrático de Derecho del trabajo. Universidad de Castilla-la Mancha
Co-Editor Insight.
www.baylos.blogspot.com
antonio.baylos@uclm.es