Goldman Sachs y la Copa del Mundo de Fútbol: las previsiones erróneas de los economistas

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Los economistas de la Goldman Sachs aplicaron a la Copa del Mundo de Fútbol las metodologías “científicas” que utilizaron para hacer sus previsiones. Y, tal como sucede incluso para las previsiones de la Comisión Europea, se han equivocado estrepitosamente.

Puede parecer un juego que los economistas se dediquen a prever los resultados –con el vencedor incluido--  de la Copa del Mundo de Fútbol; tal vez se trataba tan sólo de un juego. Pero de ello se puede sacar conclusiones no banales que van más allá del mundo del fútbol. Goldman Sachs se ha dedicado a ello.  Lo de esta empresa merecen atención porque es el banco de negocios más importante del mundo y sus operaciones y decisiones tienen con frecuencia  un efecto sobre millares –si no millones--  de personas que pueden perder el trabajo o también hacerse ricos.

Pues bien, Goldman Sanchs ha hecho un espantoso ridículo. En un primer informe analizaba catorce mil partidos desde 1960 hasta hoy. La conclusión para el Mundial que hicieron fue: victoria de Brasil contra Argentina; Italia llegaría a cuartos y España estaría en la semifinal. Vista la desastrosa performance sentenciaron que Brasil habría vencido a Holanda. Nueva metedura de pata. Incluso en Italia hay quienes lo ha intentado: Luciano Canova y Andrea De Capitani –en http://www.lavoce.info/vincera-mondiale-in-brasile/-- explican la metodología que han usado:
«La técnica de análisis que hemos utilizado utiliza un instrumento típico de la estadística multivariante: el análisis factorial. Se procede, de hecho, a la agregación de datos multidimensionales para la construcción de un indicador sintético.  Se trata de lo siguiente: un conjunto de variables que se refieren a las performances  futbolísticas  comparten un factor latente que es la fuerza y la potencialidad de un equipo. El análisis factorial permite calcular el peso de cada una de las variables agregadas en su contribución al factor latente. En este caso, el indicador que emerge del análisis e un número único (para cada equipo) con valores crecientes del equipo menos fuerte al más fuerte». Sin embargo, no han tenido más éxito que los de Goldman Sachs.

No nos pondremos a recapitular las previsiones –quien esté interesado debe leer el artículo--  pero nos importa decir que se han equivocado.  Brasil debía jugar la final (pero, como se sabe, no fue así) y habría perdido. ¿Contra quién? ¡Contra España!  Pero los presuntos campeones del mundo fueron eliminados en la primera tanda.  ¿Qué conclusión sacamos? ¿Nos partimos de risa sobre la incapacidad de los economistas de prever un campeonato de fútbol? Claro que no, hay muy poco para reír.

Los economistas de la Goldman Sachs y los italianos aplicaron a la Copa del Mundo las metodologías “científicas” que utilizan en su oficio. Por lo demás, examinaron un solo sector, casi un pequeño universo cerrado con un número de actores muy limitado. Teóricamente las condiciones ideales para que una previsión tenga éxito. Sin embargo, erraron clamorosamente; la Goldman incluso cuando los actores eran un número muy restringido como los partidos pendientes.

Llamarles ignorantes o incapaces sería desacertado. De hecho, no creen haber cometido errores metodológicos o que hay aplicado mal sus fórmulas: ahí está el detalle. Las metodologías y las fórmulas (junto a otras del mismo género) son las que se usan para sentenciar cómo va la economía, cómo debería ir y, sobre todo, qué políticas deben ponerse en marcha. Aplicándolas no a un pequeño grupo de equipos de fútbol, sino a Estados, a un conjunto de Estados (como la Unión europea) y al mundo entero. ¿Cuántos actores y cuántas variables deberían tener en cuenta para tener alguna probabilidad de adivinarla?

Naturalmente se puede objetar que una cosa es intentar prever un concreto resultado y otra cosa es señalar los factores que, incluso en grandes líneas, pueden influenciar una tendencia de un modo o de otro. Lo que a veces puede ser cierto (incluso sobre factores determinantes se pueden dar enormes errores) otras veces podría ser al contrario. Pensemos en los datos de la Comisión Europea en su cálculo del “PIB potencial” y en el método de que, tras las cuentas públicas, el resultado de sus fórmulas se corresponde hasta el céntimo. Pero ¿y si se descarta un decimal, como en el caso italiano, y salta sobre Finlandia y se les reclama a estos que hagan otro Presupuesto y más recortes? … ¿Nos hemos vueltos locos? Albert Einstein escribió: «Aunque las leyes de las Matemáticas se refieran a la realidad, no tienen una veracidad absoluta, y en el caso de que la tuvieran no se referirían a la realidad». ¿Verdad que es una cosa sabia?.

¿Qué debemos hacer, entonces, tirar todas las fórmulas y los modelos econométricos por el retrete?  Claro que no, aunque en algunos casos sería de lo más oportuno.   Hay que restituirles su justo valor: una ayuda para formular hipótesis y políticas, no como si fuesen el Evangelio.  Si voy caminando por un terreno abrupto puede serme útil un bastón. Pero aquí todos parecen haberse olvidado de que son las piernas las que me sostienen.  Si no tuviera el bastón me sería más cansado, pero sin las piernas el bastón sólo es bueno para hacer fuego. Las piernas, en este caso, son la observación de la realidad y teorías que no son falsificadas por la experiencia, como muchas de las que hoy se pretende aplicar.

En conclusión, las previsiones sobre los mundiales de fútbol no son una broma, sino que nos dicen cosas muy importantes. Que no existe fórmula –o modelo— que pueda hacerse cargo de la complejidad de la realidad. Que la economía no se gobierna con fórmulas. Que los técnicos pueden equivocarse tanto y quizá más que los políticos, sobre todo si creen ciegamente en sus metodologías. Que el «juicio de los mercados» --del que tanto se habla--  puede ser equivocado, como ha demostrado clamorosamente Goldman Sachs, la reina de los mercados. Que es un craso error dejar que los mercados tengan más poder que las instituciones democráticas, no porque estas últimas tomen siempre decisiones justas sino porque sin ellas se acaba la democracia. Sí, las previsiones sobre los campeonatos hay que tomarlas en serio.

Traducción, Tito Ferino (Parapanda)

Carlo Clericetti y Paolo Pini